Actualmente, comunicarnos con otras personas a través de mensajes escritos es muy frecuente. A menudo los usuarios de las redes sociales no son conscientes de la imagen que proyectan cuando incumplen las normas ortográficas de manera sistemática; es más, se dan casos en que hay individuos que incluso ven gracioso cifrar sus mensajes con una ortografía muy deficiente. Pensemos, por ejemplo, en el siguiente texto: “Ola, muy vuenas, como estas, me gustaria conoserte”.
Aunque en el mensaje anterior lo que más nos llame la atención de entrada sean las faltas de ortografía relativas a las letras (*vuenas u *ola), lo cierto es que se trata de una equivocación que no genera malentendidos en la comunicación, porque enseguida cualquier lector entiende la intención del hablante: sabemos que ha querido decir “buenas” y “hola”, aunque lo haya escrito mal.
En cambio, es posible que si vemos faltas ortográficas relativas a la puntuación (omisión del punto final, del signo de exclamación de apertura, de comas en los lugares correspondientes…) no les demos la misma importancia (en el ejemplo anterior, al tratarse de tres oraciones distintas, una de ellas interrogativa, la puntuación debería haber sido: “Hola, muy buenas. ¿Cómo estás? Me gustaría conocerte.”).
Pero lo cierto es que dónde y cuándo usamos los signos de puntuación es tan importante para la comunicación como colocar tildes donde corresponde o utilizar la b y la v de manera correcta.
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La puntuación también es ortografía
La puntuación es una parte de la ortografía que recibe poca atención para la importancia que tiene en la comunicación. Su uso incorrecto puede dar a entender exactamente lo contrario de lo que se quiere comunicar; por ejemplo: “No vamos” y “No, vamos” son dos frases con significado opuesto, pues con una informamos al receptor de que no acudiremos a algún sitio y con la otra se rechaza la idea de que no vamos a acudir y se afirma que, al contrario, iremos.
Y su importancia clarificadora es todavía mayor en una sociedad como la actual, en la que la comunicación por escrito ha adquirido mucha relevancia, ya que, como hemos visto, nos escribimos mensajes continuamente por redes sociales, mensajería instantánea o correo electrónico.
Los mensajes digitales son, si cabe, más susceptibles de provocar malentendidos por el mal uso de la puntuación. No es lo mismo escribir “¡guapa!” que “¿guapa?” (o que “guapa!!!!” con muchos signos de cierre de exclamación, pues la belleza de la persona aludida incrementa exponencialmente en función de cuántos signos de cierre de exclamación incluyamos en nuestro comentario).
Este uso particular de la puntuación en redes sociales demuestra que conforma un elemento clave en la comunicación y puede utilizarse como una estrategia más para enseñar a escribir de forma correcta en las aulas.
La didáctica de la puntuación
Cuando no usamos bien los signos de puntuación, nuestra intención comunicativa puede verse seriamente afectada. Consideremos las diferencias de significado entre escribir “Vamos a comer, niños” (avisamos a los niños de que es hora de comer) y “Vamos a comer niños” (anunciamos que vamos a comernos a los niños); o “María limpia” (informamos de que María está limpiando) y “María, limpia” (ordenamos a María que limpie).
La puntuación es, pues, un componente esencial del aprendizaje lingüístico y comunicativo, porque influye no solo en la cohesión, la claridad y la efectividad del mensaje escrito, sino también en la imagen social de quien la utiliza.
Cómo enseñamos puntuación en la escuela
Una de las razones por las que no otorgamos la importancia necesaria al uso correcto de la puntuación se debe a que en la escuela nos suelen enseñar un conjunto rígido de reglas ejemplificadas con expresiones aisladas.
Sería más eficaz enseñar la puntuación como una estrategia de organización del discurso, y ofrecer explicaciones comprensibles y justificadas de los distintos usos, tanto los obligatorios (normativos) como los opcionales (estilísticos).
Esto ayudaría a los escolares a entender los signos de puntuación como un sistema de organización de ideas que sirven de guía al lector en la interpretación de cualquier texto.
Las dudas más comunes
Desde 1998, la Real Academia, a través del departamento de Español al día, ofrece un espacio abierto en su página web y desde 2012 en la plataforma X (mediante la etiqueta #dudaRAE), donde un equipo de especialistas resuelve dudas ortográficas, léxicas y gramaticales comunes que pueden surgir en cualquier hablante de español. De este modo genera la base necesaria para la elaboración de obras de consulta importantes, como el Diccionario Panhispánico de Dudas.
De acuerdo con la lista de dudas más habituales relacionadas con la puntuación, estas se relacionan con el uso correcto de las comillas, el cierre del saludo en el correo electrónico y el uso correcto de los signos de interrogación y de exclamación.
Pero el empleo correcto de la puntuación afecta a muchas más cuestiones. Por ejemplo: ¿debemos escribir con mayúscula inicial después de los dos puntos que dan inicio a una serie enumerativa, como la lista de la compra? La respuesta es no, porque debe escribirse con minúscula (“Productos que debemos comprar: pan, huevos, harina…”).
¿Se puede escribir otro signo de puntuación tras la abreviatura “etc.”? (La respuesta es sí: se coloca una coma si se continúa escribiendo a continuación).
¿Se pueden escribir de forma combinada los signos de interrogación y exclamación, como en “¿Qué me dices!”, “¡Qué me dices?” o “¿¡Qué me dices!?” o “¡¿Qué me dices?!”? Todas son correctas, como nos recuerda la RAE.
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De la RAE al aula… y al mundo digital
Al acceder a los enlaces correspondientes a las dudas, la institución ofrece una explicación justificada sobre cuál es la opción adecuada y cuáles deberían evitarse. Desde la perspectiva de los docentes, estas explicaciones se pueden utilizar como estrategias de integración de la puntuación con ejemplos comunicativos reales para que los discentes comprendan el uso de un determinado signo de puntuación mediante la reflexión sobre su contextualización.
Una estrategia interesante puede ser incluir herramientas tecnológicas, como WhatsApp, en la clase de lengua para pedir a los alumnos que escriban una breve conversación entre compañeros sobre algún tema de su interés para analizar cómo escriben y qué aspectos de la puntuación puede mejorarse.
De esta manera, los docentes pueden aprovechar que los estudiantes están hoy muy familiarizados con el uso de la escritura para la comunicación informal y proponerles reflexionar sobre el uso que hacen de la puntuación en ciertos entornos digitales, como en salas de chat, en foros o en WhatsApp.
Algunas de las preguntas que pueden formularles son: ¿es “borde” alguien que pone punto final a sus respuestas?, ¿qué opinas sobre la persona que te está hablando por su forma de puntuar en contextos digitales? o ¿crees que ha reflexionado sobre lo escrito o lo ha hecho rápidamente? Por estas y otras cuestiones, la RAE publicó en 2018 el Libro de estilo de la lengua española según la norma panhispánica, en el cual incluye un capítulo específico sobre “Escritura y comunicación digital”.